GENTE | Amistad

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La buena amistad es mucho más escasa que el amor, por ello tenemos más ex’s que amigos verdaderos, hagan la cuenta y lo comprobarán. La amistad es más difícil y más rara que el amor. Por eso, hay que salvarla como sea, esto decía con gran razón Alberto Moravia, escritor italiano. Nos preciamos de tener muchos amigos, especialmente en esta época de furor de las redes sociales, donde a diario recibimos cantidad de solicitudes de personas con quienes no tenemos cercanía o proximidad alguna, muchos desconocidos o desconocidas dicen querer ser nuestros amigos. No pocos se precian de decir muy orondos que tienen miles de amigos en el “Face”, pero esto no pasa de ser un juego de abalorios, una ilusión óptica. Esa calidad de amigos no se la podemos reconocer a todo el mundo realmente sino a unos pocos, con quienes podemos sostener una relación que cumpla, al menos, con las siguientes características:

Desinterés. Una buena amistad evita la competencia y las comparaciones, se fundamenta en el esquema ganar/ ganar para procurar el enriquecimiento común y no el beneficio propio, no le da tiempo ni espacio a la envidia. Amigo el ratón del queso, se dice popularmente para señalar que es rarísima la amistad desinteresada.

Afecto recíproco. Para que exista la amistad debe haber un vínculo afectivo, de especial aprecio y consideración, y como todo relacionamiento animado por los afectos, debe ser de doble vía, es menester atenderlo para que no se marchite, hacerlo manifiesto con detalles que reflejen nuestro aprecio. Es propio de machistas ignorantes creer que los detalles se reservan exclusivamente para las damas que pretendemos y que eso entre hombres luce a mariconería. Nada más equivocado que eso. Recordemos que todos tenemos tres áreas del cerebro: la razón, las emociones y el instinto, pero quien nos gobierna, o al menos responde por el 90% de nuestras decisiones es el cerebro límbico: las emociones. Las amistades se afianzan con detalles.

Tolerancia y paciencia. No elegimos a los amigos por ser perfectos, de hecho sabemos que la perfección no existe, por lo que debemos ser tolerantes y pacientes con las imperfecciones del amigo, saber perdonarlos cuando se equivoquen, aconsejarles cuando se encuentren embrollados y no vislumbren soluciones.

Empatía. Los amigos son las primeras personas con las que comenzamos a desarrollar el arte de empatizar, o sea de ponernos en su lugar, de ver las cosas desde su punto de vista y comprender bien antes de tratar de que nos comprendan. Entre amigos no se hacen imposiciones, es más fácil entendernos con ellos porque nos conocemos bien y aceptamos con los activos y pasivos de cada quien.

Buena comunicación. Con los amigos se debe mantener una comunicación frecuente, clara y fluida para evitar cuidadosamente los malos entendidos, conversar francamente sobre cualquier duda que se tenga.

Sinceridad. Uno con un amigo de verdad no puede andarse con mentiras, él sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere, con ellos somos sinceros, no usamos caretas, maquillajes y posturas hipócritas.

No debe existir prevención ni vergüenza de mostrarse tal como uno es. Nadie puede darnos mejores consejos en momentos de tribulación que un buen amigo, pero para ello es preciso que sepa la verdad. Es muy cierto aquello de que “La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido”.

Perseverancia. Los buenos amigos, al igual que los buenos whiskies, entre más añejos mejor. Cuando celebramos los 25, los 40 y los 50 años de salir bachilleres, inconscientemente estamos buscando recuperar tiempo perdido de cercana amistad con quienes fueron nuestros amigos de infancia.

Las buenas amistades mejoran con el paso del tiempo, por eso se dice que no hay amistad que se acabe, sino que simplemente no había comenzado, no había madurado. La sabiduría de los años aconseja: tómate tiempo en escoger un amigo, pero sé más lento aún en cambiarlo.

El gran Aristóteles decía que la amistad es un alma que habita en dos cuerpos; un corazón que habita en dos almas. Por eso no le falta razón a Alberto Cortés cuando en su canción dice que – cuando un amigo se va, una estrella se ha perdido / la que ilumina el lugar / donde hay un niño dormido.

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