¿Cuántas veces para tomar una decisión divaga hasta que lo hace, y luego de haberlo hecho, se cuestiona sobre lo que decidió?
Ahora, tome una decisión en pareja o con un amigo y le aseguro que la decisión empieza a tornarse más complicada. Y si en el ámbito personal se presenta esta situación en la gestión empresarial aparecerá la opinión de cada uno de los involucrados defendiendo sus intereses sobre el bienestar de la empresa. Aunque esta última parte es un verdadero error, pues, debería pensarse primero en el bienestar del cliente y la mayoría solo piensa en ganar más mercado y mejorar las utilidades.
Esta situación parece que convirtiera a los diferentes integrantes en enemigos, que con el propósito de defender sus haberes, llegan a imposibilitar el logro de las metas de los demás construyendo barreras altas e impenetrables que dificultan la gestión. Este tipo de barreras cuando no son erradicadas en sus primeras etapas se terminan convirtiendo en unas moles gigantescas llamadas “silos” en los que se aíslan hasta el punto de convertirse en empresas dentro de la misma empresa.
Factores como la incapacidad de definir objetivos, imparcialidad en la asignación de los recursos, falencias en la alineación organizacional con la implementación de las estrategias y, especialmente, dificultades en la comunicación, son los principales ingredientes de esta mezcla fatal que genera la aparición de los “silos organizacionales”, en donde se almacena información, recursos y decisiones de manera vertical como si fueran repúblicas independientes.
Por ejemplo: El silo comercial forma a sus colaboradores para que cada factura sea diligenciada en su totalidad, algo que regularmente se incumple, y esa falta puede llegar a generar sanciones tributarias, problemas en la presentación de la información de las bases de datos, seguimiento a las estrategias de relacionamiento y deficientes evaluaciones de servicio. También, puede suceder que la gente de producción elabore el artículo, mercadeo diseñe el empaque y formule la estrategia de promoción, distribución haga la comercialización en los puntos de venta y al final todo esto sea un fracaso, pues, finanzas nunca intervino en los análisis de costos o la determinación de los márgenes, o de aspectos tributarios que pudieran garantizar la rentabilidad del bien comercializado.
Sin embargo, la existencia de estos silos puede llegar a ser válida si a esa gestión vertical se le agrega una gestión horizontal que integre a sus participantes facilitando que se puedan codear entre sí, pues, David Aaker, considera que “deben aceptarse y valorarse pero hay que conectarlos y generar puentes entre ellos” lo que facilitaría que las organizaciones marchen al ritmo de un reloj automático siendo conscientes del impacto de una acción en el desempeño de los demás.
Así que es hora de buscar dos elementos indispensables para mejorar la gestión: Comunicación y cooperación, pero con el liderazgo inspirador de la directiva que logrará que la implementación de las acciones de mejora empiece a dar resultados en el corto plazo.