IDIOSINCRASIA | ALEGRÍA RIESGOSA

No ha sido fácil tratar de imponer normas de comportamiento social para evitar el contagio del coronavirus en Barranquilla y Cali. Son ciudades que se caracterizan porque el temperamento de sus gentes es el más alegre del país, como lo comprueba el hecho de que tienen las dos fiestas más grandes e importantes de Colombia, como son la Feria de Cali y el Carnaval de Barranquilla.

Pero esos excesos de alegría a veces desbordan los límites de la responsabilidad y producen mucho daño, como al parecer viene sucediendo con la indisciplina social con que han atendido las instrucciones para cuidarse de la pandemia, lo que hace que registren cifras de veras preocupantes en materia de contagiados y de muertes por el Covid 19.

En algunos barrios siguen haciendo fiestas, parrandones, rumbas, piscinadas bailables y toda suerte de jolgorios con resultados fatales. Pareciera que en Barranquilla las únicas normas que acatan son los mandamientos inquebrantables del barranquillero: amar al Junior por sobre todas las cosas, gozar a plenitud el Carnaval, saber bailar bien y ser un buen mamador de gallo. Todo lo demás se lo vacilan.

Dice Juan Gossain que ser barranquilleros es saber sobreponerse con alegría ante las situaciones difíciles de la vida.  Lo dice con autoridad porque vivió durante nueve años en “la cuidad más feliz del mundo”, en la que calificó como la mejor época de su vida. Asegura que «que dentro del Caribe no hay nada más original que un barranquillero», debido a su forma de pensar y expresarse. Y destaca que lo que más le apasiona del barranquillero es su manera de actuar ante los pesares de la vida. Según Gossaín el barranquillero le pone un poco de humor a todo, no porque sea irresponsable sino porque sabe que la vida es demasiado cruel pa´ tomarla en serio», expresó.

Eso que siempre los ha caracterizado y que les ha ganado el cariño de los colombianos tendrán que revisarlo, esta cosa de la pandemia sí que hay que tomarla en serio, solo así evitaremos una tragedia similar a la que vivió Guayaquil.

La situación de Cali es prácticamente la misma. La gente es sumamente alegre y por ir a bailar hacen cualquier cosa, como endeudarse y hasta arriesgar la vida, como ha venido sucediendo los fines de semana, en los que la policía fácilmente reporta 250 verbenas bailables en las calles en plena cuarentena, con resultados terribles en términos de contagios.

Quiera Dios que para diciembre ya se haya descubierto y masificado la vacuna. Esto es sin feria en Cali ni Carnaval en Barranquilla se ven estos casos de locura colectiva por cuenta de la idiosincrasia feliz de sus gentes, no queremos imaginar lo que pasará la última semana de este año en Cali, o las semanas previas al próximo miércoles de ceniza en Barranquilla si continuamos en cuarentena.

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