Hay películas que hacen historia, bien sea por sus actores, por la historia, por el paisaje o lo que sea. Es el caso de esta inolvidable película. Clint Eastwood (El bueno o El Rubio), Eli Wallach (El Feo o Tuco) y Lee Van Cleef (El malo, o Sentencia) hacen el rodaje de «El bueno, el feo y el malo» (julio de 1966) de Sergio Leone. La música es de Ennio Morricone.
Se rodó en Italia, en el Desierto de Tabernas (Almería) y varias escenas en el Valle de Mirandilla (Santo Domingo de Silos), Monasterio de San Pedro de Arlanza (Hortigüela) y Caranzo en Burgos.
El Cementerio de Sad Hill, el del famoso duelo, fue construido por 250 soldados del Ejército Español a las órdenes de Franco y tenía más de 5.000 tumbas… La mayoría eran jóvenes vascos que fueron a hacer la mili en Burgos y de la noche a la mañana les dijeron que tenían que ir a rodar una película, haciendo de extras y construyendo decorados como el cementerio; cada mañana se presentaban en el campamento de Hortigüela y un sargento del ejército les ordenaba vestirse de unionistas y confederados. También tuvieron que reconstruir el puente, ya que las dos primeras detonaciones no fueron buenas para rodar: una por floja y otra por hacerse antes de tiempo.
En aquella época el régimen de Franco entendía que estas producciones internacionales contribuían a dar una imagen de apertura y por eso pusieron 2000 soldados a disposición de Sergio Leone. La productora ofrecía entre 250 y 900 pesetas, una fortuna comparada con las 96 pesetas del salario mínimo interprofesional en 1966. La cantidad dependía tanto del rango del militar como de la función a desempeñar, hubo uno que estaba desnudo en una bañera y le hicieron quedarse todo el día allí, pero por ese sacrificio le dieron un dineral.
Curiosidad
La película es la tercera de la denominada ‘Trilogía del dólar’, que empezó con Por un puñado de dólares (1964) y continuó con La muerte tenía un precio (1965). Todas ellas están protagonizadas por un Clint Eastwood, que no fumaba. Clint Eastwood aborrecía los cigarrillos y pasaba un calvario cada vez que tenía que dar una calada. También utilizó el mismo poncho en las tres películas sin lavarlo siquiera una sola vez.
Lee Van Cleef casi acaba con las existencias de alcohol del catering y para controlarlo, el director hizo venir a su hija y su mujer de Estados Unidos. Se bebía seis cajas de cerveza enteras durante el rodaje.
En una escena, Lee Van Cleef debía golpear a María (Rada Rassimov). Sin embargo, el actor se negó, pues no quería pegar a una mujer. A pesar de que la actriz lo animaba, no consiguió convencerlo, y tuvieron que usar a un doble. Tras ello, el intérprete declaró: «Tengo muy pocos principios en la vida… uno de ellos es que no pego patadas a perros, y el otro es que no abofeteo mujeres en películas».
En la película hay unas cuantas escenas míticas y, entre ellas, está la de Eli Wallach toqueteándolo todo en la tienda de armas. El actor sabía muy poco de pistolas, así que se le dio libertad para improvisar. Prácticamente todo lo que hace en esa escena es improvisación suya, lo que provocaba esas naturales caras de sorpresa del actor que interpretaba al vendedor.
Hay muchos elementos que hacen de esta película una obra cinematográfica inolvidable. Uno de ellos es la banda sonora de Ennio Morricone. Más concretamente, la pieza musical central que, curiosamente, el compositor creó para que se asemejara al sonido de un coyote aullando.