¿GUERRA NUCLEAR? La inminencia de una guerra atómica en los últimos cincuenta años habría mantenido al mundo en vilo, nos tendría a todos desvelados por la preocupación de que la tan temida tercera guerra mundial estallase. Pero por alguna razón ahora esta eventualidad, con posibilidades muy reales de que ocurra, parecieran no trasnochar a nadie. Son varias las razones que podrían existir para esa aparente tranquilidad que se tiene y siente ante esta amenaza.
La primera es el miedo mutuo que se sienten Corea del Norte y Estados Unidos, lo que hace que lo piensen muy bien antes de oprimir el botón. Corea sabe que sería arrasada en unas cuantas horas, mientras que los norteamericanos saben que igualmente en muy poco tiempo los coreanos le pueden causar un daño catastrófico a Japón y Corea del Sur, y quizás algo así pudiera ocurrirle a alguna parte de su territorio insular (Hawai) o continental (Los Angeles).
Otra razón parece ser que, en realidad, lo que Kim Jong-un busca es perpetuarse en el poder y ha creído que la mejor forma de hacerlo es mantener al pueblo bajo la constante amenaza de una guerra que solo un líder como él puede ganar. Sabe muy bien que todo el mundo quiere derrocarlo y lo único que le interesa es la supervivencia de su régimen. Informes de inteligencia dicen que anhela una larga vida como la de su abuelo Kim Il Sung (84 años), y su padre Kim Jonj Il (70 años). Todos dictadores de larga duración en el poder y fallecidos de muerte natural. Lo que quiere decir que quien menos desea una guerra es él.
Se cree que su intención no es en el fondo provocar a USA sino advertir a China del peligro que le significaría que él perdiera el poder, pues al ser invadido tendría tropas americanas, surcoreanas y japonesas en su enorme frontera, con ello presiona a los chinos para que le sigan apoyando.
Con todo, el peligro es real, pues, aunque se trate solo de una estrategia política muy inteligente, lo cierto es que los protagonistas no parecen ser los líderes más mesurados del planeta. Estamos en manos de dos neuróticos que en cualquier momento pueden ser desbordados por su ego descomunal.