Por: Carlos Suárez A.
Andrés Ramírez persiste en la ocurrencia de un museo del deporte. Lo viene pensando desde hace años. Se lo imaginaba y lo mantenía como proyecto en suspenso, hasta que la intención se le transformó en un propósito cercano a la obsesión, a raíz de las visitas que realizó a varios museos de este género en diversos lugares del mundo.
El último fue a un imponente edificio gris, donde descubrió inermes réplicas de cera petrificada, asombrosamente semejantes a sus originales. Se trataba de atletas célebres del universo deportivo, que conservan aun en sus rostros, la expresión feliz de la victoria. Un mérito que les mereció tener sus propias estatuas para la posteridad. Esas visitas fueron el detonante de una inspiración decidida. Desde entonces,
Andrés no dejó de pensar camino al hotel, y luego en el avión de retorno a Cúcuta, como sería un museo del deporte nortesantandereano. Apenas desembarcó en la ciudad, el propósito adquirió forma. Inicio la búsqueda sigilosa de tesoros para el museo: camisetas, medallas, diplomas, fotografías, y una cantidad invaluable de símbolos logrados a través de la historia, por nuestros deportistas más destacados.
El material conseguido, lo sumó a una colección de joyas de la historia deportiva regional, que conserva desde hace años, en una de las paredes de su tienda de uniformes deportivos. Entre ellos un tesoro casi olvidado: el acta original de constitución del Cúcuta Fútbol Club, el germen del Cúcuta Deportivo de hoy.
Un documento de noventa y dos años, que legitima al equipo de futbol de la ciudad, como uno de los más longevos del país y del continente. El camino no ha sido fácil. Andrés es un hombre de fe y de la mejor virtud de esta: la paciencia. Ha tocado puertas de políticos, empresarios, dirigentes, y de amantes del deporte que decidieron apoyar su causa temeraria. De su propio bolsillo financió los planos del museo y un render (recorrido virtual en video) de la futura construcción. Al final, el autor del trabajo no le cobró un peso, contagiado por el entusiasmo de Andrés. Ese entusiasmo que fue alimentado con el tiempo, por los futuros protagonistas del museo.
Resultó una experiencia maravillosa hablar con cada deportista y mejor aún, lograr que donaran para el proyecto los tesoros personales que han guardado tan celosamente. La camiseta de una gloria de nuestro baloncesto de la década del cincuenta, la lycra que utilizó una campeona mundial de patinaje, los maillot de campeón de un ciclista, las medallas de títulos que honraron esta tierra, la colección original completa de más de setenta camisetas del Cúcuta Deportivo de los últimos treinta años, y cientos de fotografías que eternizaron esos instantes de gloria, hacen parte del inventario de Andrés. Son símbolos que encierran transpiración y lágrimas. Que ganaron la dignidad de ser exhibidos en un lugar, que conservará la memoria que sus paisanos pierden tan rápidamente. Lo que proyecta Andrés es grande y ambicioso. Un lugar de integración familiar, de visita para nuestra gente y para quienes a su vez nos visiten. Con un café, un restaurante y una tienda de réplicas, para que los visitantes conserven una parte de la memoria viva de museo. Un sitio auto sostenible y viable desde lo financiero. Los temores de la dinámica de las administraciones gubernamentales, cambiantes cada cuatro años después de unas elecciones, le hacen pensar que la mejor forma de mantener el proyecto en el tiempo, es administrarlo a través de una fundación.
El concejo municipal de la ciudad ya aprobó el proyecto y lo incluyó en el plan de desarrollo para ser ejecutado en esta vigencia. El espaldarazo del gobierno municipal ya es realidad en una voluntad expresa. Hace algunas semanas Andrés recibió complacido una invitación del propio Cesar Rojas, alcalde de la ciudad, a un recorrido por algunos lugares estratégicos de Cúcuta, con el fin de ubicar terreno en el que se construiría el museo. El Gobernador William Villamizar ya fue informado sobre el proyecto y su respuesta positiva, hacen pensar que la idea de Andrés Ramírez, tan descabellada y meritoria, por fin se hará realidad.