Una de las primeras cosas que les fascinaron a los conquistadores españoles fue el hallazgo del tabaco, hecho que se dio de la forma más casual la tarde del 28 de octubre de 1492 (dos semanas después del descubrimiento), cuando caminando por la costa noroeste de Cuba los marineros Rodrigo de Jerez y el intérprete Luis de Torres se toparon sorpresivamente con unos indígenas que caminaban sosteniendo en la mano un tizón encendido y ciertas hierbas que al quemarse despedían un perfume muy agradable con el humo que ellos aspiraban con gran deleite.
Eran hierbas secas envueltas en otra hoja, seca también, en forma de cilindro ahusado que se encendía por un extremo. La precaria elaboración del cigarrillo hacía que se quemase muy rápido y por lo tanto se requería mayor cantidad de hojas secas de aquella planta hasta ahora desconocida, llamada tabaco.
Cada cigarrillo que se encendía despedía mucho humo por lo poco compactas que estaban las hojas, esto hacía que mucha más gente percibiera el olor, lo que hizo que muchos hombres se enviciaran a exhalar el humo de tales hojas por la boca y la nariz, vicio que se expandió rápidamente por Europa y luego por el mundo entero hasta nuestros días.
Como toda industria, la producción de tabacos y cigarrillos ha tenido avances tecnológicos muy significativo, ahora tienen más sabores, nuevas presentaciones y sabores, mejores filtros etc. Sin embargo el daño que causa es el mismo de hace 500 años.
En la década de los años 50’s del siglo pasado el mundo se tomó en serio el estudio de los efectos del tabaco en la salud da la población y se descubrió sus funestos efectos sobre el buen funcionamiento del corazón y los pulmones. Pero faltarían 50 años más para que la guerra contra el consumo del tabaco comenzara a dar sus primeros resultados, y aunque no ha sido totalmente eliminado su consumo, lo cierto es que este se ha reducido ostensiblemente y su multimillonaria pauta publicitaria ya no aparece en nuestros canales de televisión.
Fue tal la fuerza de su adicción que poco o nada importaba la enorme cantidad de personas que cada año morían por cáncer en sus pulmones, además de complicaciones cardiacas por el cuestionable placer de aspirar cigarrillos. En muchas películas se veían escenas donde al protagonista se solazaba fumándose un cigarrillo. Llegó a hacerse casi que obligatorio fumarse uno inmediatamente luego de tener sexo.
Hoy día no se consigue ni la tercera parte de las marcas que antes inundaban el mercado con toda suerte de aromas. Ya no se consiguen fácilmente marcas como L&M, Pall Mall, Salem, Parliament, Viceroy, Kent, More, Winston, Kool, Lark y muchas otras, cuya desaparición le da, literalmente, un respiro a millones de per