NOTAS | AMARGA DESPEDIDA

Notas AgostoHay un pequeño libro que debería ser de lectura obligatoria para todo aquel que quiera ser alguien destacado y no un simple burócrata más dentro de la frondosa nómina del Estado. Especialmente deberían leerlo quienes llegan a una alcaldía o gobernación, gerencia o dirección de alguna entidad oficial o rector de una universidad pública. Es una verdadera lástima que no lo hagan, ni conozcan de su existencia. Se llama Adiós, Señor Presidente, del fallecido economista chileno Carlos Matus Romo, fundador y creador de la Planificación Estratégica Situacional (PES).

Comienza con una narración sobrecogedora, un presidente se encuentra solo: encerrado en su despacho, guardando en cajas de cartón sus elementos personales – porta retratos, libros, tarjetas, obsequios recibidos, etc. – mientras escucha los vítores, los vivas, la pólvora multicolor y la música con que el pueblo celebra en el parque la llegada del nuevo gobernante. El mandatario saliente sigue solitario en su labor de desocupar el escritorio y dejar todo como lo encontró el primer día, ya no le acompaña siquiera su inseparable conductor, ahora transporta es al que llega. A lo lejos se oye la algarabía y se alcanzan a distinguir las voces de algunos de quienes fueron sus más cercanos amigos gritando discursos de alabanza al nuevo y de feroz crítica al que se va.

Al gobernante se le ha acabado su periodo y brotan las primeras lágrimas, luego vendrán muchas más. Tiene una mezcla de dolor por escuchar la traición de quienes lo utilizaron al comienzo de su periodo, y de profundo pesar por haber perdido el tiempo como lo hizo. El cuatrienio pasó en un santiamén, si tuviera otra oportunidad habría hecho mucho más, se dice, pero sabe que nunca volverá. Si pudiera echar el tiempo atrás no se volvería a dejar cercar por los aduladores profesionales y los periodistas que merodean siempre en los despachos de gobierno buscando el provecho propio con contratos y puestos. Tampoco se dejaría manosear ni utilizar como lo hizo con los congresistas que le ofrecieron su apoyo, entendería que no hay mejor palanca que uno mismo con sus buenos resultados, se habría rodeado de profesionales más capaces que él y no de simples zalameros. Este libro es el mejor regalo que uno puede darle a un amigo en trance de hacerse alcalde.

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