FORTUNA EN EL BASURAL

James Howells es un ingeniero informático de 35 años al borde del suicidio luego de hacer limpieza en su casa y darse cuenta de que en el año 2013 por error había tirado a la basura un disco duro con 7.500 bitcoines, que valen hoy unos 288 millones de dólares.

Howells, residente de la ciudad británica de Newport se ha dirigido a las autoridades locales para que le permitan buscarlo en el vertedero municipal.  Su primera solicitud fue rechazada, por eso él ahora ofrece el 25 %, o 72 millones de dólares, al concejo en caso de que logre recuperar lo perdido.

No parece muy fácil que le autoricen la búsqueda por el impacto ambiental que ello traería, además del gran costo que tiene buscar algo así luego de siete años. Además, en caso de encontrar el disco duro no hay garantía de que aún funcione. Ya apareció un fondo de cobertura dispuesto a correr el riesgo financiando la operación.

MAL PARQUEADO

El anuncio, de que la empresa italiana de autos deportivos Ferrari, abrió un concesionario autorizado en la ciudad de Caracas, parece propio de Macondo debido a que el país atraviesa una profunda crisis económica, con varios años de recesión e hiperinflación, a lo que se suma una emergencia humanitaria agravada por la pandemia. Esto hace cada vez menos creíble el argumento que esgrime Maduro de que la profunda crisis que vive Venezuela se debe a las sanciones impuestas por Estados Unidos y varios otros países.

En la gran vitrina del concesionario, ubicado en la avenida Jalisco de Las Mercedes, los empobrecidos venezolanos podrán ver, bien de lejos, el modelo 812 Superfast, descrito como el Ferrari de calle más potente de la historia, cuyo precio supera los 400.000 dólares, algo imposible para un profesor o un médico que con un sueldo de dos dólares al mes así lo dedicara por completo a la compra del carro no lo lograría jamás.

Esta es una torpeza, una vulgaridad, una ofensa, y un crimen más del régimen. Deberían, al menos, ser más discretos.