Para nada es exagerado decir que todo el mundo – literalmente todo el mundo – se ha visto afectado por la crisis de los contenedores que golpea los bolsillos de los consumidores de todo el planeta. Es un virus como el Covid que afecta a todos los humanos a través de su economía. Para darle sustento a esta afirmación basta considerar que el modo de transporte marítimo mueve más del 80% de todo lo que consumimos.
En las últimas décadas, se ha consolidado el uso del contenedor marítimo de 20 pies, el TEU (acrónimo de Twenty Equivalent Units) para el transporte de mercancías por mar. Se trata de un sistema operativamente muy sencillo que permite trasladar mercancías entre el puerto y la terminal con relativa simplicidad.
En su informe sobre transporte marítimo 2019, la Unctad preveía una expansión del comercio marítimo internacional a una tasa promedio de crecimiento anual del 3,4 % durante el período 2019-2024, que sería fundamentalmente impulsada por el transporte de contenedores, graneles secos y gas. Ya entonces se alertaba de una excesiva dependencia de la demanda de importaciones china, básicamente porque en el año 2018 las importaciones de China representaron la cuarta parte del comercio marítimo mundial total.
Pero la economía china sigue creciendo y ya, a finales de 2021, se le considera la fábrica del mundo y, como es de esperarse, eso hace que los contenedores se concentren en los puertos que generan la mayor cantidad de carga poniendo en graves aprietos al resto del mundo.
Resulta evidente, debido al aumento exponencial del comercio electrónico, que en determinados momentos la demanda comercial de espacios en contenedores es superior a la oferta. Debido a este fenómeno, antes de este mismo verano de 2021 traer un contenedor desde China a Eureopa podía costar del orden de 1.000 euros (dependiendo del origen y destino), pero ya durante el mes de agosto se llegaron a pagar 13.000 euros!
Con una lógica elemental podríamos pensar que la solución sería inyectar más contenedores en el mercado, pero aquí viene el segundo problema: la escasez de acero para fabricarlos. Y no sólo eso, sino también de pallets de carga que permiten mover la mercancía que en ellos se transporta.
Analizando el fenómeno de la falta de contenedores con más detalle, podemos entrever por qué la pandemia es la causante de gran parte del problema. Y no es que no haya suficientes contenedores en todo el sistema global, sino que no están en el lugar correcto.
Mientras en Estados Unidos y Europa se produjeron confinamientos estrictos, en algunos países de Asia se seguía produciendo con relativa normalidad. La demanda de muchos productos se contrajo radicalmente y, consecuentemente, el tráfico de contenedores pasó a ser asimétrico y muchos de los buques no pudieron llevar de regreso a Asia los contenedores, que se quedaron en Estados Unidos y Europa. Además, la temporada de tifones en Asia ha provocado que las operaciones sean más lentas que en otras épocas.
Todo esto hace más que previsible que los regalos navideños este año resulten más costosos que hace un año