Jorge Luis Pinto refleja en su mirada y en sus expresiones corporales su carácter indómito de batallador puro. Aquel hombre recio cocinado a fuego lento, que se abrió paso a empellones cuando las oportunidades para ser alguien escaseaban en un país, en el que abundaban en el fútbol, los directores técnicos extranjeros. Siempre alzó la mano para decir acá estoy. Existo, puedo, soy capaz. Nunca me rajo. Ese lenguaje tan santandereano para ratificar que la pelea es peleando y que la constancia edifica el camino de los hombres rectos y laboriosos. Siempre ha levantado la mano para decir acá estoy. Lo hizo un día en el que tenía que aprender nada menos que el idioma alemán para acceder a la beca que haría realidad su sueño de ser director técnico. Lo hizo para pedir una oportunidad como técnico en propiedad en el Unión Magdalena de los años ochenta, con el que sorprendió por su disciplina y su manera de jugar. Lo hizo cuando logró ganar su primer título como técnico en el Perú con Alianza Lima, y luego para demostrar que era profeta en su tierra con un equipo como el Cúcuta Dpvo. que nunca ganó nada y al que coronó campeón por única vez en el año 2006. Lo hizo cuando fue nombrado técnico de la selección Colombia y en el reciente mundial de Brasil, cuando llevó a la impensada gloria de unos octavos de final a la desconocida Costa Rica. Y en todas, absolutamente en todas esas oportunidades levantó la mano para decir acá estoy, y cuando fue premiado, y acarició la gloria, conservó su estirpe de hombre bueno y sencillo y por sus mejillas siempre rodaron lágrimas de felicidad contenida, de emociones contrariadas por un destino contra el que ha tenido que luchar abriéndose paso a empellones. Ese es Jorge Luis Pinto. Humildad, sencillez y gloria en un solo hombre, que no está hecho de hierro. Esta hecho de puro sentimiento.
Su más reciente hazaña fue tomar al equipo de Honduras, competir en una eliminatoria con más de un centenar de selecciones de todo el mundo y lograr clasificarlo a los olímpicos de Brasil 2016, al punto de llevarlo a cuartos de final y ocupar el cuarto lugar entre todos los equipos nacionales que existen en el planeta.
U.C. Su afición por el fútbol comienza como la de todos los niños, o difería en algo?
J.L.P. El fútbol siempre fue mi gran amor y pasión, era y sigue siendo mi mundo, lo jugaba de niño en el colegio, lo sentía, lo respiraba. Cuando estaba en el bachillerato fui a ver un partido del equipo Millonarios, en la liga profesional, y les dije a mis compañeros; ”alguna vez voy a ser técnico de ese equipo”. Ese sueño se cumplió dos oportunidades.
U.C. Su visión del fútbol fue siempre desde la posición de DT?
J.L.P. De niño sólo pensaba en jugarlo, pero a medida que fui creciendo se me fue despertando el interés en dirigir, entonces logré la dirección de mi equipo en el colegio, y así era yo quien los convocaba a entrenar.
U.C. No debe ser fácil mantener la disciplina en grupos de jóvenes en edad de rumbear. Cuál es el discurso más eficaz para ello?
J.L.P. Comprometerlos con su proyecto de vida personal, con su sueño de llegar a ser grandes figuras, todos anhelan triunfar, llegar a las grandes ligas del fútbol mundial, ser estrellas de su selección nacional. Les hago entender que ello es posible pero que depende de la disciplina que pongan en su trabajo en la cancha y en el cuidado que observen en su comportamiento personal fuera de ella. Es una tarea de concientizarlos y comprometerlos a asumir como algo muy propio esa meta que se propusieron de triunfar.
U.C. Fuera de los aspectos técnicos, cuáles otros resultan indispensables para formar un buen jugador?
J.L.P. El talento se desarrolla a través del aprendizaje empírico del niño en la calle o en sus escuelas de fútbol, pero es esencial que tenga la capacidad y el deseo de entrenar. Son muchos los talentos que se pierden porque no tienen esa disposición, mientras que otros sin esa virtud sí llegan a triunfar por su constancia. Cualquier talento sin disciplina es un desperdicio.
U.C. Un DT tiene varios frentes que cuidar: jugadores, los aficionados, la prensa y los directivos del equipo. Cuál es el prioritario?
J.L.P. El prioritario es el jugador, cómo entrena, se prepara, cómo aprende y cómo se dedica. Los demás frentes son igualmente importantísimos, como lo es el calor de la afición y el respaldo de la gestión económica que hagan los directivos. Muy especial es la prensa por su capacidad de incidir en el ánimo de unos y otros (aficionados y directivos).
U.C. Cada colombiano y latinoamericano se siente un DT, uno lee en las redes sociales las instrucciones que les dan a los DT’s durante los partidos que se transmiten por TV, lo mismo hacen los periodistas desde las cabinas de radio. Las cosas se ven realmente tan distintas abajo, junto a la gramilla?
J.L.P. La opinión de todos quienes están en las graderías o frente a los televisores es algo superficial y sin mayor razonamiento, pero, en profundidad, la realidad es que los técnicos y los jugadores saben las cosas mejor y más porque muchos de esos detalles tácticos no los conocen ni los medios ni nadie, ni muchos de los comportamientos que un jugador o el equipo debe hacer no los conocen con precisión ni los medios ni los aficionados.
U.C. El mundo del fútbol es igual en todas partes? Se mueven los mismos intereses en Colombia que en Centroamérica, o España, Inglaterra?
J.L.P. Aparentemente sí, pero existen ciertas diferencias marcadas en la organización de los clubes, en el poder económico y en el nivel de profesionalismo del jugador. Yo pienso que el fútbol está llegando a un nivel de élite donde se abarca todo lo mejor, y algunos países lo tienen mientras que otros carecen de todo ello. De manera que sí creo que hay grandes diferencias en la ejecución de la actividad del fútbol profesional en el mundo.
U.C. El DT de un equipo profesional está en la mira de 50 mil o 100 mil hinchas y de una prensa local, mientras que el DT de una selección nacional tiene encima a millones de fanáticos y a la prensa de todo el país. Eso de alguna manera tiene un status más elevado?
J.L.P. Por supuesto que sí, esto es como pasar de una localía a un plano global como lo es el país entero, la compenetración de la gente con el técnico, llamarle la atención, explicarle, hacerle comentarios, darle ideas, es diferente entre undirector de un club al de una selección. Sin duda alguna es mucho más complejo el manejo de una selección nacional
U.C. De triunfos y derrotas se compone la vida de un DT. Cuál es el triunfo que más significado ha tenido para su vida profesional? Y la derrota más memorable?
J.L.P. He tenido triunfos muy lindos con el Unión Magdalena, con el Alianza, con Santafé y con el Cúcuta, pero el que considero más memorable para mí por el status que me daba fue el segundo partido del mundial de Brasil, donde le ganamos y eliminamos a un equipo muy grande como lo es Italia. Y sin lugar a dudas, el golpe más duro que recibí emocionalmente fue la derrota 6-0 que sufrimos ante Brasil en los juegos olímpicos porque me pareció penoso y porque nos cerraba las puertas de pelear una histórica final.
U.C. Contempla en sus planes de retiro crear una academia de DT’s en Cúcuta?
J.L.P. Todavía no he pensado en mi retiro y por ello no tengo planes definidos sobre lo que haré, pero sí me gustaría dedicarme a la academia, como catedrático en una especialización de entrenadores de élite, mi proceso de formación, mi aprendizaje, mi academia, la que siempre me ha gustado me gustaría dársela a quienes siguen en esta lucha.
* Agradecemos al profesor Jorge Luis Pinto por su muy amable deferencia con Unicentro Contigo.