Se empezó a leer sobre el término autismo en 1943, cuando Leo Kanner lo describió. Se dice que es un trastorno del neurodesarrollo y que lo define una dificultad para la comunicación y la interacción social. Hay tal variabilidad en la intensidad de la sintomatología que dentro del diagnóstico inicialmente se incluyeron además al trastorno progresivo del desarrollo, el síndrome de Asperger.
Por ello se ha preferido hablar de Trastorno del Espectro Autista (TEA), de modo que variaciones sutiles en la intensidad de las alteraciones no ocasionara que fuese etiquetado en una categoría de manera rígida, lo que podía ser muy limitante, ya que, como se sabe actualmente, es un trastorno dinámico, que puede evolucionar y hacerse menos severo si se realiza intervención conductual precoz.
El TEA es más frecuente en el sexo masculino en una proporción de 4:2 respecto al femenino, se manifiesta en los dos primeros años de edad con dificultad comunicacional que se detecta por:
- Defecto en la capacidad de manifestar reciprocidad emocional, no comprenden el lenguaje emocional y expresan emociones de manera diferente.
- Limitaciones en la comunicación no verbal, necesaria para la interacción social.
- Dificultad para establecer relaciones estrechas.
- Además, tienen patrones repetitivos de conducta e intereses focalizados:
- Lenguaje repetitivo, movimientos repetitivos (estereotipias verbales y motoras).
- Apego a rutinas, conducta con patrones ritualizados (no jugar a los carritos, más bien ordenarlos en fila, por ejemplo).
- Intereses restringidos que no atraen a niños de la misma edad.
- Hiperreactividad a estímulos sensoriales (pueden ser molestos los ruidos normales, la luz del día, el contacto con la ropa, las diversas texturas, etc., o hiporeactividad al dolor.
Todas estas manifestaciones limitan y/o impiden las funciones cotidianas. Se desconoce la causa etiológica exacta por la que se produce.
¿Cuándo sospecharlo?
En el primer año:
- Permanecen horas en la cuna, sin requerir atención.
- No manifiestan sonrisa social (normal a los 4 meses).
- No voltean al llamarles por su nombre.
- No participan de juegos circulares.
- Parece que no escucharan.
- No fijan la mirada, rara vez miran el rostro materno.
- Desinterés por las personas.
En el segundo y tercer año:
- No hay contacto visual.
- Lenguaje verbal limitado y estereotipias verbales.
- Falta de respuesta emocional hacia los padres.
- No usan los carritos, los voltean y giran las ruedas.
- Indiferencia al dolor.
- Rechazan el contacto físico.
- Movimientos repetitivos (estereotipias motoras).
Niñez:
- No se visten solos.
- Lenguaje defectuoso.
- Prefieren jugar solos.
- Ataques de agresividad sin motivo.
¿El niño con TEA puede tener otros trastornos?
Sí, es frecuente que algunos niños presenten:
- Déficit de atención con hiperactividad, lo que dificulta la intervención terapéutica.
- Déficit intelectual, trastornos del lenguaje.
- Crisis epilépticas en la niñez temprana o bien durante la adolescencia.
- Trastornos emocionales como ansiedad o depresión.
- Condiciones genéticas como Síndrome de Rett o Síndrome del X Frágil.
¿El diagnóstico de TEA conlleva retardo intelectual siempre?
No, hay personas con TEA con altas capacidades intelectuales y elevada funcionalidad. De hecho, se sabe que tienen alta sensibilidad para la música, las artes plásticas y las matemáticas. Y se sabe de individuos famosos con alta funcionalidad que tienen TEA.
¿Es una tragedia que a su hijo le hayan hecho el diagnóstico?
No, muchos niños pasan años sin que les hayan hecho el diagnóstico y por tanto carecen de intervención terapéutica. Obtener el diagnóstico precoz antes de los tres años, sin embargo, conlleva esperanza, porque es la primera piedra para la intervención conductual, ocupacional, lingüística y psicológica.
Cada niño con TEA tiene su propia potencialidad, la intervención precoz hará la diferencia en la integración funcional y social de su niño.