Un equipo de sicólogos y sociólogos de la Universidad de Liverpool diseñó el siguiente test para valorar el grado de maldad que hay en la gente. respóndalo marcando de 1 a 5 según esté o no de acuerdo con estas afirmaciones. (1 no estoy para nada de acuerdo y 5 si está totalmente de acuerdo).
Si su resultado supera los 25 puntos puede ser candidata a irse a la quinta paila. En sicología existe un concepto llamado “la tríada oscura”. Este infame trío lo conforman los rasgos de la personalidad que definen lo que comúnmente llamaríamos una “mala persona”.
La tríada la conforman el narcisismo, la psicopatía y el maquiavelismo. El primero de ellos hace referencia a quienes tienden a centrarse en sí mismas, a fantasear con un poder ilimitado y a necesitar en exceso la admiración de los demás.
La psicopatía es la falta de empatía. Este es el rasgo característico de la persona manipuladora y poco confiable por su total desinterés por los sentimientos de los demás.
El trío perverso lo completa el maquiavelismo, comportamiento muy marcado que se caracteriza por tener actitudes cínicas y urdir planes cuyo único fin es beneficiar sus propios intereses.
rasgos encierra frialdad emocional. Los estudios demuestran que los altos niveles de la tríada oscura están asociados con bajos niveles en rasgos como la simpatía, la honestidad y la humildad, aunque la simpatía es una herramienta esencial de los manipuladores y cínicos.
Pero, así como los Tres Mosqueteros eran realmente cuatro (Athos, Porthos, Aramís y D’Artagnan), a esta tríada de la maldad hay que anexarle un cuarto rasgo, quizás el más popular de la maldad: el sadismo, que es el disfrute y goce que siente alguien al causarle sufrimiento a otros, con una clara tendencia a tener comportamientos crueles, degradantes o agresivos en busca de placer o dominación”. Si bien algunas de las características del sadismo coinciden con las de los rasgos de la tríada, este rasgo tiene aspectos únicos que lo sitúan en una categoría bien especial. Pero no se preocupe, tener estos rasgos no nos hace necesariamente malas personas, es normal que todos tengamos un poco de cada uno de ellos y los utilicemos inconscientemente como armas para sobrevivir en esta selva social en la que nos movemos a diario. Además, que aburridora resultaría la vida si todas fueran ángeles, una que otra diabla le pone sabor a esto.