Ya no volveremos a decir que vimos un OVNI porque quedaremos como desactualizados, ahora deberá decirse FANI (Fenómenos Atmosféricos No Identificados). El tema regresa nuevamente a la primera página por la evidencia de la presencia de máquinas de origen desconocido (tripuladas o no) en nuestros cielos.
La nueva denominación, bendecida oficialmente por el Pentágono y el congreso norteamericano, pretende tratar el asunto desde un punto de vista más formal y respetable.
El nuevo informe de las autoridades aeronáuticas y militares de USA relata una serie de observaciones realizadas por pilotos militares o desde buques de la armada estadounidense en fechas relativamente recientes. Y reconoce la imposibilidad de determinar su naturaleza, al menos a partir de los registros acumulados hasta ahora.
Algunas grabaciones de vídeo muestran vehículos con comportamientos difíciles de explicar: no solo se mueven a altas velocidades, sino que ejecutan maniobras muy bruscas, que parecen ignorar la inercia. Las imágenes son siempre borrosas, en parte por la distancia a la que se han obtenido, en parte porque suelen ser registros en infrarrojo de baja resolución.
Dentro de lo difícil que resulta discernir la forma de esos objetos, ninguno muestra nada parecido a alas o superficies de sustentación. Más extraño aún: en más de una docena de casos no se ha observado ningún sistema de propulsión; ni hélices, ni motores a reacción… Si esto llegara a confirmarse, ahí va la tercera ley de Newton.
El informe en cuestión reconoce que la combinación de velocidad y agilidad que exhiben esos objetos supera todo lo existente en el arsenal americano y —hasta donde se sabe— en el de otras potencias. Insistimos, hasta donde se sabe.
Varios países han desarrollado vehículos hipersónicos (se llama así a los que superan Mach 5, o sea, cinco veces la velocidad del sonido). En general son misiles no tripulados; el único avión hipersónico con piloto fue el X-15, retirado hace muchos años, y, por supuesto, los transbordadores y cápsulas espaciales que realizan la reentrada a Mach 25. Pero son vehículos que no vuelan a baja cota, como los que describe el informe del Pentágono, y mucho menos realizan maniobras tan bruscas.
Varios videos tomados desde grandes naves de la armada de la US Navy, como la corbeta USS Omaha, han detectado sombras de forma esférica y un par de metros de diámetro, volando a una altura casi constante sobre el horizonte hasta que empiezan a descender y desaparecen en el mar.
Lo novedoso de la noticia es que ya no se conserva el secreto sobre estas apariciones, sino que son admitidas abiertamente por el Pentágono. Lo que sí está quitando el sueño a los analistas militares no es la posibilidad de una invasión extraterrestre, sino que estos vehículos no sean reales y en realidad se trate de “fantasmas” electrónicos: señales generadas para confundir al radar y dar la impresión de un objeto sólido. Es una de las muchas tácticas empleadas en la guerra electrónica. Crear objetivos falsos como grandes formaciones de aeronaves inexistentes o manipular el retorno de la señal del radar enemigo para que un avión parezca estar en otro lugar.