REGIÓN | JAMÓN DE PAMPLONA

Nada más típico y representativo de Pamplona que su exquisito jamón. Por décadas los cucuteños nos deleitamos con esta verdadera delicatessen y la obsequiamos a familiares, amigos y jefes que viven en Bogotá y otras ciudades del país.

La historia de esta maravilla gastronómica se funde con la de la vida de Wolfgang Bochmann, quien nació en Alemania en 1933, en un pequeño pueblo llamado Hainichen, a pocos kilómetros de la gran ciudad de Dresden, donde creció con sus abuelos en plena segunda guerra mundial, época de la que guarda los recuerdos de los inclementes bombardeos de los aliados.

Al terminar la guerra en los periódicos alemanes se publicaban muchos avisos de oportunidades laborales en Suramérica y alguna vez uno de ellos fue visto por Bochmann: se necesita ayudante de salsamentaría en Pamplona, Colombia. Le atrajo mucho el nombre de esa ciudad, que para él resultaba impronunciable. Entonces se embarcó con un amigo, quien al llegar al país continuó viaje hacia otra parte.

Era mediados de los años 50’s del siglo pasado cuando comenzó su trabajo en la salsamentaria de otro ciudadano alemán, de nombre Roberto Scholz, quien se convirtió en su mentor en el sublime arte de los embutidos. Dos años después el señor Sholz se fue de Pamplona y le dejó su pequeña fábrica y su know how. Es entonces cuando se asocia con Ernesto Otto Faber, otro alemán que pocos años atrás había salido huyendo de la guerra, y fundaron en 1958 la legendaria empresa “Salsamentaría Alemana Ltda, Carnes de Pamplona”, especializada en la producción y comercialización de jamón, chorizo, mortadela y salchichón, todos ellos productos cárnicos embutidos típicos de Alemania.

Desde que llegó a Pamplona supo que allí se quedaría toda su vida, ese fue uno de sus dos grandes amores a primera vista. El otro también lo conoció allí: Nora Cárdenas, una estudiante paisa con quien se casó y tuvo cuatro hijos: Herta, Erika, Wolfgang y Lina María.

Bochmann se entregó con pasión inigualable al arte de procesar carnes con un toque artesanal y una receta de aliños que guarda con especial celo. Dueño de un talento, único, un don muy especial, un privilegio envidiable, y un conocimiento ancestral con el que pudo lograr ese aroma sin igual y característico de sus productos que se ha mantenido inalterable por décadas. Es un verdadero científico artesanal del sabor, que maneja a la perfección la mezcla, el aliño y el adobo. Pese a las voces de desaliento que le pronosticaban un fracaso total, este teutón demostró que nada lo derrota, ni el paso del tiempo. Sin duda sus éxitos se deben a su trabajo perseverante y constante, dedicado, sacrificados, disciplinado y entregado. Por muchos años fue gerente, empacador, técnico del proceso, supervisor de calidad, repartidor, cobrador, chofer, cargador y todos los demás oficios propios de su empresa. Hizo de todo para levantar su marca, su empresa, y su familia, cuidando siempre su buen nombre y su prestigio como caballero de bien, honrado y cumplidor. Sin duda este alemán es más pamplonés que cualquiera, y su jamón: el mejor del mundo.

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