REGIÓN | Estuvimos muy cerca de lograr el más viejo y grande sueño que hayamos tenido los cucuteños, pero la mezquindad de la clase dirigente nos negó la posibilidad de hacerlo realidad.
La mismísima EPM, que hoy regenta nuestra CENS, conceptúo hace sólo algunos años que el Embalse Multipropósito del Cínera era un proyecto viable y que tan solo le hacían falta 150 millones de dólares para cubrir las inversiones necesarias para obtener sus otros inmensos beneficios – diferentes a energía hidráulica y agua en bloque – y no fácilmente tasables, tales como control de inundaciones, estabilidad del caudal a lo largo del año, agricultura comercial de precisión, servicios ecoturísticos, ampliación urbanística y, por qué no, la navegabilidad del rio Zulia para conectarnos con el océano Atlántico y el mundo. Dicha cifra nos parecía absurdamente escandalosa y volvimos 22 Región a engavetar un proyecto que hasta yo, cuando ‘teenager’ por allá en los setentas, ya lo escuchaba de boca de don Senén Botello, quien aprovechaba sus clases de cálculo para enseñarnos a pensar en grande.
Esa inversión – que a juzgar por los beneficios sociales, económicos y ambientales – resultaría discreta en cualquier parte del país, pero inalcanzable para nosotros, orbitó por años en nuestras cabezas como buscando financiador, hasta que el todo poderoso Ecopetrol decidió por fin, después de más de 30 años de bombear petróleo desde Caño Limón, apostarle a un verdadero Plan de Contingencia que proteja a Cúcuta de un nuevo derrame de crudo. Comienzan aquí lo que creíamos eran buenas noticias y la estatal anuncia para ello $188.000 millones. La emoción fue tal que terminó por animar a otras instituciones, con lo que la ‘bolsa’ termina pareciéndose, por cosas de la vida, a la cifra que EPM demandaba como requerimiento para el cierre financiero del Embalse, esto es $450.000 millones.
Así las cosas y sin la excusa del ‘faltante social’ como argumento para detener un proyecto de beneficio transversal a toda nuestra economía y con la ‘plata en caja’, los sabios de una empresa contratada por Ecopetrol – que solo se conoce por sus siglas como HMV – y que nunca nos han siquiera dado la cara, determinan caprichosamente que Cínera no es más que un cacique indígena y que Isaac Newton se había pifiado al preferir la gravedad al bombeo. Alguien con sabiduría me dijo: “claro, ellos son expertos bombeando petróleo”.
Así malparen un engendro que denominan pomposamente Acueducto Metropolitano de Cúcuta, que solo se justifica en determinaciones políticas tomadas de espaldas a la comunidad y que ni con las cinco venidas presidenciales el Nobel ha sido capaz de despegar.
Ahora resulta que, como consolación a quienes creemos que los metropolitanos nos merecemos un mejor futuro, se anuncia a los cuatro vientos que el gobierno va a invertir pinches $1.000 millones en los estudios del Cínera. Ante tamaña iniquidad no pude dejar de acordarme de mi suegro, cuando le contaba a los nietos lo que le dijo un pasajero al conductor de un bus de ‘La Peralonso’ cuando este finalmente atendió el llamado ‘angustioso’ del infortunado que ante una emergencia digestiva le pedía parar….”ya pa’ qué, ya me cagué”.