Si no estamos atentos a evitarlo, antes de un año todos podríamos estar sufriendo de un mal terrible que bien puede terminar matándonos de tristeza. La hipotimia es la disminución anormal del tono afectivo en nuestras relaciones, nos hace mantener una respuesta emocional disminuida y con ello la pérdida de interés por todo lo que antes nos producía satisfacción.
Cuando nos dicen que para evitar el contagio del coronavirus debemos abstenernos ya no solo de los abrazos y besos al momento de saludar sino, inclusive, de darnos la mano, sentimos que nos están quitando una parte consubstancial de nuestro ser. Esto es particularmente difícil para los latinos, que somos tan efusivos y expresivos de nuestros sentimientos.
Todos, a cualquier edad, necesitamos abrazar y ser abrazados para no sentir la sensación de que estamos desconectados del mundo y caer en estados depresivos u otras enfermedades. Al ser abrazados tenemos la sensación de pertenecer a algo más grande y esto genera confianza, amor y armonía interior.
El abrazo tiene un sinnúmero de efectos positivos sobre el organismo, destacando los siguientes:
1.- Reduce la presión arterial.
Un abrazo libera oxitocina, que activa un tipo de receptores de la piel llamados Corpúsculos de Pacini, encargados de reducir la presión arterial.
2.- Reduce el estrés y la ansiedad
Los abrazos y el contacto físico en general disminuyen la producción de cortisol, que es responsable del estrés y favorecen la producción de serotonina y dopamina, responsables de la sensación de bienestar y tranquilidad.
3.- Mejora el sistema inmunológico.
Al recibir o dar un abrazo nuestro sistema inmunológico se activa y favorece la producción de glóbulos blancos, responsables de combatir enfermedades.
4.- Reduce el riesgo de padecer demencia.
Los abrazos nos estimulan, nos dan tranquilidad y equilibran nuestro sistema nervioso; por esta razón, los abrazos desde temprana edad reducen el riesgo de padecer demencia.
5.- Rejuvenece el cuerpo.
Cuando abrazamos se estimula el proceso de transportación del oxígeno a los tejidos y gracias a esto nuestro cuerpo prolonga la vida plena de las células retardando el envejecimiento.
Solo beneficios dan los abrazos al cuerpo, al alma y la mente, sin embargo, no lo hacemos con la frecuencia que sería ideal. Muchos tememos ser abrazados o no podemos hacerlo debido a una serie de creencias erróneas y obsoletas, arraigadas en el inconsciente colectivo, como las siguientes:
Abrazar a una persona es muestra de interés sexual.
Mis padres nunca me abrazaron lo que significa que así deben ser las cosas.
Está mal visto que los hombres se abracen.
Necesitar un abrazo es muestra de debilidad.
Nada más equivocado que esto, abrazar es acariciar el alma, tanto la nuestra como la de la persona a quien abrazamos, con ello establecemos un canal de comunicación que no necesita ser hablado ni expresado a través de las palabras. Es la comunión perfecta de cualquier tipo de relación, bien sea de amistad o de amor, con excepción de las manifestaciones de duelo, los abrazos se asocian con la sensación de alegría. Por ello una vez superemos estos tiempos de cuarentena y de cuidados para evitar el contagio, corramos a abrazar a nuestros padres, hermanos y hermanas, compañeros, amigos y amigas. Abraza a quien tú quieras… ¡¡abraza siempre!!