La urgente necesidad de cambio de los argentinos se impuso al miedo a lo desconocido, así eligieron al economista libertario Javier Gerardo Milei, quien ganó las elecciones del 19 de noviembre y tomó posesión como el 12º presidente de Argentina desde la restauración de la democracia en 1983.
Pese a sus controvertidas promesas de sacar a los políticos a patadas, recortar el gasto, dolarizar la economía y dinamitar el Banco Central, el extravagante y polémico outsider consiguió el respaldo del 55,7% de los electores frente al 44,3% cosechado por su rival, el peronista Sergio Massa.
Milei nació el 22 de octubre de 1970 en la ciudad de Buenos Aires y se crio en el barrio porteño de Villa Devoto en el seno de una familia de clase media. Su padre, Norberto Horacio Milei, de 78 años, fue conductor de autobuses, por su parte, su madre, Alicia Luján Lucich, de 73 años, es ama de casa.
Desde muy joven el hoy presidente electo se labró fama de excéntrico y prueba de ello es que sus compañeros del colegio Cardenal Copello comenzaron a apodarlo El Loco, por cómo vestía, lo que decía y cómo se comportaba. Este apodo lo acompaña desde entonces.
Como todo argentino, Milei es aficionado al fútbol, llegando a jugar como portero en el Club Atlético Chacarita Juniors, de la segunda división, sin embargo, lo que realmente marcó su infancia fueron los malos tratos que recibió de sus padres, como él mismo admitió.
Según él, todo comenzó el 2 de abril de 1982, mientras miraba por televisión cómo el presidente de facto Leopoldo Galtieri anunciaba el desembarco de tropas argentinas en las Islas Malvinas/Falklands, bajo control de Reino Unido.
Milei, quien para la época tenía 11 años, le dijo a su padre que creía que era un “delirio” la decisión del gobierno militar por la relación desigual de fuerzas entre un ejército y otro. «A mi padre le agarró un ataque de furia. Empezó a pegarme trompadas y patadas. Me fue pateando a lo largo de toda la cocina», recordaría Milei en una entrevista.
El incidente, sin embargo, no fue un hecho aislado, aunque con el paso del tiempo iría cambiando. «De grande mi padre dejó de pegarme para infligir violencia psicológica. Siempre me dijo que era una basura, que me iba a morir de hambre”, comentó.
El trato que su madre le dio no fue mucho mejor.
“Tu hermana está así por culpa tuya, si se muere es culpa tuya”, aseguró que le dijo su progenitora en una ocasión, debido a que su hermana Karina sufrió un shock al presenciar una de las palizas que recibía de su padre.
Milei aseveró que estos vejámenes hicieron que hoy “no le tenga miedo a nada”.
Uno de los primeros en llevarlo a un programa de televisión, notó que era un hombre que decía «cosas diferentes al resto de los economistas».
En aquel momento, el que era director periodístico del diario Ámbito Financiero, lo invitó a su programa para hablar sobre economía y rápidamente identificó que Milei tenía la habilidad de mantener atenta a la audiencia gracias a su tono volcánico.
Milei es una rara avis. No solo es una persona que sabe de lo que habla, sino que parece saber, a nadie se le podía ocurrir que algunas de las ideas de Milei pudieran ser aceptadas por la sociedad argentina.
“Yo soy un liberal libertario. Filosóficamente, soy un anarquista de mercado”. Así se definió en 2021 el hoy presidente de Argentina.