SOCIEDAD | En gran parte del mundo pareciera existir cierta fobia hacia el matrimonio. De hecho, en nuestro país casi, casi, la mitad de la población no convive en pareja, hace diez años el 40% de los habitantes de Bogotá eran solteros, hoy es el 45%, y con tendencia a subir. La dinámica de las relaciones humanas es ahora bien diferente de la que vivieron nuestros padres y abuelos, las prioridades, necesidades, aspiraciones y sueños son otros. En un artículo publicado en la edición anterior de esta revista leíamos cómo el sexo viene perdiendo rápidamente importancia en favor del disfrute de la tecnología de la información y la comunicación.
Para ellas y ellos resulta mucho más interesante ver una serie de Netfl ix o chatear por whatsapp y curiosear Facebook que sostener una conversación monótona o una discusión aburrida con una pareja. Los viajes se han convertido en otra fuerte razón para preferir continuar la vida en soltería, cada vez son más los jóvenes que antes de los treinta años de edad ya han viajado por Europa y Norteamérica en su afán de nutrirse de modernidad y otras culturas. Planean con buena anticipación y se gastan sus ahorros viajando solos o en grupo con amigos, utilizando toda clase de aplicaciones en su celular para hacerlo de la forma más sencilla y económica posible.
Sin embargo, la vida es mucho más que un smartphone o un gran televisor, y, además, todo, todo cansa, de manera que terminaremos por optar por vivir en pareja. Así las cosas, la ventaja que puede tenerse aplazando la decisión por estar dedicados a la tecnología y a los viajes está en que ya no se casan tan jóvenes y luego de vivir unos cuantos años solos ya adquieren el sentido y la madurez necesaria para saber lo que realmente quieren. Esto, sin duda, es mucho mejor que salir de casa de los padres directamente a convivir con alguien tanto o más inmaduro que uno.
Esto de la madurez es algo muy relativo y no depende, para nada, de la edad que se tenga. Es bien conocida la anécdota, muy real, de un siquiatra colombiano en un congreso de su especialidad en Nueva York, cuando ante la pregunta que hiciera el expositor – ¿Qué es la madurez?, nuestro paisano respondió sin titubear: “La madurez es lo que se adquiere luego de haber comido mierda”. Los traductores simultáneos enmudecieron y se miraron con el expositor. El colombiano no tuvo empacho en repetir las mismas palabras que, una vez traducidas a los distintos idiomas, despertaron los más sonoros aplausos de los casi dos mil asistentes en el salón. Nadie la había descrito mejor.
Salir por un buen tiempo del llamado “Hotel Mama” hace parte del proceso formativo porque se aprende a valorar y tener el sentido de lo que es un hogar y se adquieren mayores y mejores elementos de juicio para tomar la decisión de emparejarnos con alguien. Y si nos equivocamos en una primera elección, siempre tendremos una segunda, tercera o décima oportunidad. Tenemos no solo el derecho sino el deber de buscar nuestra felicidad.