La frase del título de esta nota muy seguramente a los jóvenes suena ridícula en los tiempos actuales, donde la mayoría de propuestas románticas (?) se tramita por whatsapp y mensajería de texto, pero, créanlo, esa pregunta era crucial, pronunciada en medio de gran tensión y nerviosismo, dio origen a millones de noviazgos y matrimonios en todas partes. No sorprendería que usted sea producto de una relación que nació luego de ser acordada a partir de esa bendita pregunta. Hoy día los jóvenes no la utilizan porque se da por sobreentendido que, de hecho, hay una relación consentida cuando una pareja se frecuenta y son bien recibidos los primeros besos andeneados.
Hasta hace unos treinta años todos los jóvenes utilizaban la fórmula de la propuesta formal de noviazgo, hoy día a algunos les suena pasada de moda. Pronunciar aquella frase era todo un momento cumbre que exigía cierto protocolo y preparación. Aunque la chica por lo general se hacía la sorprendida, la verdad es que la esperaba con buena anticipación, bien fuera para aceptarla o no. El hombre ya había dado en los últimos días indicios de sus intenciones amorosas con expresiones sugestivas, con chocolates o flores. El riesgo de ser rechazado era algo que atormentaba al pretendiente, entre otras cosas porque el desplante se habría de conocer (son mujeres) y entonces a la pena moral de ser repelido por la princesa anhelada, se sumaba la pena pública de ser objeto del bullying por parte de sus amigos. Toda una tragedia. Por eso el riesgo debía ser bien medido y todas las precauciones bien tomadas. Era la época en que triunfaban (todavía) quienes tuvieran mejor labia, más carreta para envolver la imaginación de la chica son sueños románticos anudados con cintas rosadas, era todo un arte. Bonito, por cierto.
Los tímidos ensayaban pronunciar el requerimiento amoroso con varios días de anticipación, pero el excesivo cálculo resultaba contraproducente al momento final porque se notaba cierta impostura, lucía falsa.
No faltaban quienes, para darse valor, se tomaban unos tragos de aguardiente minutos antes, lo que por lo general terminaba muy mal. La serenata era un recurso que le daba buen pronóstico al resultado de la propuesta y evitaba el momento angustioso de hacer el requerimiento, los serenateros lo hacían por uno. Otros se socorrían con ansiolíticos, como valerianas y otras hierbas, para controlar los nervios, creían estar jugándose la vida.
Ahora bien, una vez pronunciada la temida frase, nada volvería a ser como antes entre los dos, bien fuera que la pretendida dijera “sí, acepto”, o “no, gracias”. En ese instante se daba un cambio extremo en el status de la relación: si la respuesta había sido negativa, la amistad comenzaba poco a poco a diluirse, el hombre comenzaba su retirada, esfumándose entre las brumas de la soledad a rumiar su desdicha y a esconderse de los amigos burlones. Y si la respuesta había sido un “sí”, igual comenzaba la dicha sin igual de sentirse embarcado en una especie de crucero del amor, en un viaje emocional y emocionante que iniciaba su travesía sin tener un puerto bien definido. Bueno esto último aplicaría para parejas muy jóvenes que comienzan sus primeras inmersiones en las procelosas aguas del amor y que para nada vislumbran aún al matrimonio como destino final.
Por su parte, las chicas sentían madurar cuando al aceptar al pretendiente asumían la posición responsable de honrar el compromiso de serle fiel a carta cabal. Desde un enfoque machista eso era todo lo que se les pedía y esperaba de ellas, por ello la fidelidad se apreciaba más como un valor social que moral.
El cambio cultural producido por el auge de las redes sociales ha hecho desaparecer el trance de la propuesta formal de noviazgo. Hoy los jóvenes han simplificado tanto el asunto que les basta un par de emoticones para expresar sus intenciones y sentimientos por la princesa. Obviamente la respuesta de la chica va en los mismos términos, igual de sencillo, pero también igual de desabrido.
RICA EXPERIENCIA
El amor es la experiencia más intensa y rica que puede vivir un ser humano. Si hay alguien desdichado es quien no vive o ha vivido alguna vez una pasión desbordada por alguien, hay amores que sin importar lo corta que haya sido su duración sentimos que bien valió la pena vivir, algo así como lo que dijo el coronel Frank Slade (Al Pacino) en la película “Perfume de mujer”, luego de bailar tango unos minutos con una hermosa chica. O como le respondió el conejo a Alicia (país de las maravillas) cuando ella le preguntó “¿Cuánto tiempo es para siempre?: – a veces, sólo un segundo.
García Márquez decía “creo que no hay mayor desgracia humana que la incapacidad de amar”, en nuestro libro Ninón, testamento erótico la matizamos diciendo que no debe haber mayor tragedia humana que la incapacidad para enamorar. Por su parte, Mario Vargas Llosa, toda una autoridad en la materia, nos dice que el amor es una emoción muy enriquecedora para el alma y por ello hay que cuidarla muy bien, porque se empobrece cuando se hace manifiesta a través de chismes, confesiones y publicaciones. Según el premio Nobel peruano, para que conserve su enorme valor es preciso mantenerlo dentro del ámbito de lo privado, de lo contrario comienza a sufrir filtraciones y se desvanece.
El amor es un sentimiento extraordinario y mágico, muy difícil de describir, aunque muy fácil de identificar. Hay amores de muchas clases, los hay alegres, solidarios, cómplices, contrariados, locos, desmedidos, reposados, violentos, etc. Por lo general el tono que ha de tener una relación amorosa lo define la mujer, aunque no todas saben esto; una relación será tan agradable y enriquecedora como ella quiera, esto dependerá de su inteligencia y de su carácter para lograr lo que desea.
La mujer intelectualiza más el amor y la relación, que el hombre. El amor en ellas es una cuestión más moral, mientras que en el hombre es más animal, más instintivo. Prueba de lo anterior es el manejo de los celos, mientras ellas se interesan más en evaluar el verdadero peligro del desliz del hombre para la estabilidad del hogar, así como las calidades personales de “la otra”, el hombre solo piensa en el aspecto eminentemente sexual, visualiza a su pareja en plena intimidad con “el otro” y reacciona de manera fuerte, bien sea con violencia o no.
De todos los amores los que el cine y la literatura universal rescatan y conservan por los siglos de los siglos son los amores desgraciados porque se consideran de mayor valor las relaciones que demandan altas cuotas de sacrificio y de dolor. Los amores plácidos y tranquilos se perciben como aburridos o intrascendentes, lo que es todo un error, hay una especie de masoquismo en esto. En sana lógica nadie se enamora para sufrir y pasarla mal.
Sin importar de qué clase es su amor, Unicentro Contigo le desea una celebración feliz y le recuerda que en nuestro centro comercial encuentra todo para ello.