No es de poca monta el riesgo que significa para la industria colombiana la celebración de un tratado de libre comercio – TLC – entre China y Panamá, cuya primera ronda de negociaciones acaba de realizarse el mes pasado. No resulta muy creíble que el interés principal de Panamá sea a ingresar con sus productos a un mercado de más de 1.400 millones de consumidores por la sencilla razón de que la oferta exportable de Panamá es muy limitada y está constituida por productos con los que precisamente China inunda al mundo.
Para que China le prestara atención, Panamá debió romper relaciones con Taiwan, lo que muestra el enorme interés panameño en este TLC, del que lo positivo serían algunas inversiones chinas en infraestructura, en proyectos como la construcción de un ferrocarril entre Ciudad de Panamá y la frontera con Costa Rica. Recientemente un consorcio chino ganó la licitación para la construir de un puente por el que pasará un monorriel sobre el Canal de Panamá, la mayor obra de infraestructura tras su ampliación.
Lo cierto es que una vez se firme el tratado Panamá reafirma su vocación y se convierte formalmente en un gigantesco depósito de productos chinos que tendrán como destino final los países de la región, vía contrabando.