Si bien es un montaje lo que se aprecia en la fotografía que acompaña esta nota, y que nadie confirma que haya sido cierto que esto pasó en
Corozal, Sucre, Colombia, el pasado 5 de mayo, algo como lo que se ve en la imagen podría suceder un día cualquiera, cuando menos pensemos ocurriría dentro de los próximos cien años.
Pero igual podría ocurrir otra cosa, como una llegada masiva de naves extraterrestres que producirían un ruido ensordecedor, como de zumbido de muchos transformadores encendidos, que anularán para siempre toda forma conocida de energía y de comunicación. O nuestra última visión sería la de varios resplandores enceguecedores producidos por las explosiones del arsenal nuclear en virtud de una guerra iniciada por Corea del Norte y secundada por Irán, China y Rusia, contra USA, Francia e Inglaterra. Al parecer la destrucción de la tierra se dará antes de que el cambio climático y la escasez de agua terminen su largo proceso. La esperanza para la raza humana no será otra que haber desarrollado para entonces la capacidad de trastearse cuanto antes a otros planetas, aunque es lógico que si se logra ese recurso tecnológico su utilización estará reservada a unos cuantos multimillonarios en condiciones de financiar la salvada de su pellejo.
A esos viajes no iremos unos 7.499.950.000 terrícolas. La supervivencia no será cuestión de selección natural de la especie sino de dinero disponible para pagar el viaje, lo cual resulta bien desalentador en términos de aumento de la corrupción para amasar la fortuna necesaria. Todo lo anterior bien puede colegirse luego de conocer el más reciente vaticinio del genio de la física Stephen Hawking, quien en un aterrador documental advierte que la especie humana deberá abandonar el planeta Tierra para buscarse otro dónde vivir.
Hawking hace esta advertencia en un nuevo documental llamado Expedition New Earth , que forma parte de la nueva temporada de la serie científica Tomorrow’s World, que emite la BBC de Londres. Según la información que recogen medios británicos, el físico asegura que “el tiempo se agota para la Tierra” y que el ser humano no tendrá más remedio que enfrentarse a una catástrofe muy similar a la que extinguió, hace algo más de 60 millones de años, a los dinosaurios. “En ese momento, ya deberíamos haber emigrado al espacio y otras estrellas, así que un desastre en la Tierra no significaría el fin de la raza humana”.
Quizás lo que quede por hacer no sea propiamente rezar sino procurar trascender espiritualmente comportándonos como seres que actuamos atendiendo más a los valores derivados de una elevada ética del carácter que a las ganancias baladíes de le ética de la personalidad.