Verdún, Doblemente Glorioso

verdun_glorioso

carlos_suarezDon Omar recuerda que empezó a jugar al fútbol en un club de barrio de Montevideo llamado los treinta y tres. Relata con su voz pausada de maestro en reposo, que el nombre del equipo fue inspirado en la heroica hazaña del desembarco de los treinta y tres orientales, que expulsaron a brasileños y portugueses de unas tierras que hoy día son Uruguay, al que liberaron como héroes solitarios, haciendo creer al enemigo que eran miles, cuando en realidad apenas superaban tres docenas de hombres arreando cientos de caballos sin jinetes.

Recuerda a su madre española y a su padre francés. Recuerda que con apenas catorce años, no se cansaba de hacer goles en todas las calles, canchas y potreros en los que jugaba, razón para que Peñarol, uno de los clubes más grandes  de su patria y del continente, lo reclutara en sus filas como amateur a prueba. Recuerda con nitidez que tres años después, ya jugaba fuera de su país para Olimpia del Paraguay, otro grande de América. Recuerda que también jugó en Argentina y que al regresar a Peñarol para jugar en el primer equipo, por fin como consagrado profesional, se le atravesó en su destino Juan Eduardo Hobberg, jugador como él, quien le hizo un ofrecimiento para jugar en Colombia. Le habló de Cúcuta como una ciudad apacible y calurosa y al joven José Omar, de inmediato le llamó la atención y con una maletita pequeña con apenas dos uniformes, un par de desgastados guayos, cuatro mudas de ropa formal y unos botines de charol heredados de su padre, inició el viaje que cambiaría su destino para siempre.

Don José Omar Verdún Araújo ya completó setenta y ocho años e vida. Aún el fútbol le produce emociones que tarde a tarde desahoga viendo jugar partidos en la cancha de veteranos de Coveadse en el barrio San Eduardo. Se sienta en su puesto de siempre, a esperar el inicio de un juego, mientras concibe reflexiones que parecieran sentencias. “Un ídolo del futbol nunca se retira, sigue en la mente de sus admiradores, y en su mente, sigue jugando” Dice mientras clava sus ojos en la cancha.

verdun_glorioso_3Y es verdad, el ex jugador sigue viviendo el ambiente del camerino, los compañeros, las concentraciones. La emoción de jugar, la tensión previa al juego, el miedo. Continúa experimentando las cosquillas en el estómago al ver a sus colegas saltar a la cancha. La sensación indescriptible de marcar un gol. Ya no usa camiseta, no está activo, pero lo sigue viviendo.

José Omar Verdún jugó al fútbol, acarició la gloria, hizo historia como goleador. Nació uruguayo, ama a su país, vino a Colombia en el año sesenta y dos y se quedó a vivir para siempre. Ama este país que le dio todo, le dio hijos y glorias vencidas por los años y la nostalgia. Las tribunas corearon su nombre, firmó autógrafos y los hinchas se fotografiaban con su estampa de mariscal del gol. Su nombre está inscrito en un sitial privilegiado de la historia: es el undécimo goleador histórico del país con 190 goles, aunque dice que marcó más de doscientos treinta. “Antes esas estadísticas no eran tan esenciales como hoy día” apunta con tranquilidad. Es el jugador que más partidos disputó con la camiseta deverdun_glorioso_2l Cúcuta Deportivo con 323 juegos. Tuvo la doble gloria de ser el máximo goleador del futbol colombiano en 1962 y 1963, con 36 goles por temporada. Grandes logros ignorados por las nuevas generaciones de hinchas en un deporte con un pecado capital: encumbra a sus ídolos a un cielo sagrado, con la misma devoción que los condena al olvido. Seguramente es una ley del balompié. Seguramente lo mismo dice don Omar, les ocurrirá a Cristiano Ronaldo y a Leonel Messi. “Los chicos de hoy creen que Maradona siempre fue gordo y ex futbolista, porque es la imagen que tienen de él. Pero ignoran que fue uno de los grandes del fútbol”

Don Omar sabe que hace muchos días atravesó un umbral en que la vida ya no otorga cosas, sino más bien las quita. Perdió uno  de sus hijos y a su esposa. Fallecieron en esta tierra que el ama tanto como al Uruguay, y en la que cerrará sus ojos como hombre feliz y satisfecho de haber vivido con dignidad como persona y como futbolista. Sus días de abuelo feliz los vive para ver fútbol y para disfrutar a su bisnieta que heredó sus ojos vivaces y con la que quiso salir para esta nota.

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