Page 20 - Unicentro Contigo 113 Diciembre
P. 20
Día Noveno
a noche ha cerrado del todo en las Convocados por ellos, vienen en tropel
campíñas de Belén. Desechados por los pastores de la comarca a adorar al recién
Llos hombres, y viéndose sin abrigo, nacido y presentarle sus humildes ofrendas. Ya
María y José han salido de la inhospitalaria brilla en oriente la misteriosa estrella de Jacob,
población y se han refugiado en una gruta y ya se pone en marcha hacia Belén la caravana
que se encontraba al pie de la colina. Seguía espléndida de los Reyes Magos, que dentro de
a la reina de los ángeles el jumento que pocos días vendrán a depositar a los pies del
le había servido de humilde cabalgadura Divino Niño el oro, el incienso, y la mirra, que
durante el viaje, y en aquélla cueva hallaron son símbolos de la caridad, la adoración y la
un manso buey, dejado allí probablemente mortificación.
por alguno de los caminantes que habían
ido a buscar hospedaje en la cuidad. ¡Oh adorado Niño! Nosotros también, los que
hemos hecho esta novena para prepararnos al
El Divino Niño, desconocido por sus día de vuestra Navidad, queremos ofreceros
criaturas racionales, va a tener que acudir nuestra pobre adoración. ¡No la rechacéis! ¡Ven
a loas irracionales para que calienten con a nuestras almas, venid a nuestros corazones
su tibio aliento la atmósfera helada de esa llenos de amor! Encended en ellos la devoción
noche de invierno, y le manifiesten con a vuestra santa infancia, no intermitente y sólo
esto y con su humilde actitud el respeto y la circunscrita al tiempo de vuestra Navidad,
adoración que le había negado Belén. sino siempre y en todos los tiempos; devoción
La rojiza linterna que José tiene en la que fielmente practicada y celosamente
mano ilumina tenuemente ese pobrísimo propagada, nos conduzca a la vida eterna,
recinto, ese pesebre lleno de paja que es librándonos del pecado y sembrando nosotros
figura profética de las maravillas del altar, y todas las virtudes cristianas.
de la íntima y prodigiosa unión eucarística
que Jesús ha de contraer con los hombres.
María está en oración en medio de la gruta, y
así van pasando silenciosamente las horas
de esa noche llena de misterio.
Pero ha llegado la medianoche, y de
repente vemos dentro de ese pesebre,
poco antes vacío, al divino Niño esperado,
vaticinado, deseado durante cuatro mil años
con inefable anhelo. A sus pies se postra
su Santísima Madre, en los transportes de
una adoración de la cual nada puede dar
idea. José también se acerca y le rinde el
homenaje con que inaugura su misterioso
e imponderable oficio de padre adoptivo del
Redentor de los hombres.
La multitud de ángeles que desciende de
los cielos a contemplar esa maravilla sin par ,
dejan estallar su alegría y hacen vibrar en los
aires las armonías de ese Gloria in Excelsis
que es el eco de la adoración que se produce
en torno del Altísimo, hecha perceptible por
un instante a los oídos de la pobre Tierra .
Contigo
20 Contigo
20