Page 30 - Unicentro Contigo 104 Marzo
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Desde lejos
transbordadas a un buque a vapor
que las llevó hasta Honda, a través
del Río Magdalena y una vez allí,
se cargaron a lomo de mula hasta
Bogotá.
Todas las piezas se volvieron
a unir en el predio que Navarro
tenía dispuesto para veranear en
Usaquén y allí estuvo la casa hasta
1978, cuando fue comprada por los
dueños del restaurante Casa San
Isidro, quienes la hicieron desarmar
nuevamente y la trasladaron a su
ubicación actual en el cerro de
Monserrate.
Mientras que Nemesio Camacho y
Pepe Sierra donaron muchas de sus
tierras a la ciudad; Carlos Navarro sin
esposa ni hijos, murió sin dar un solo
centímetro de las suyas a nadie.
Un día en la Plaza Antonio Nariño
(la que muchos conocemos como
San Victorino), Navarro salía de
cobrar el alquiler de unos locales
cuando una buseta lo atropelló y
acabó con su vida. Al no tener ningún
heredero, todas sus propiedades
pasaron a manos de la Beneficencia
de Cundinamarca y en la casa
Santa Clara comenzó a operar la
beneficencia de las Hermanas
Salesianas.
A finales de la década del 70 se le
puso letrero de demolición a la Casa
Santa Clara, algo ya muy común para
la época, pues los predios donde
antes estaban estas antiguas
casonas, eran perfectos para erigir
las moles de concreto que declaran
la llegada de la modernización a
Bogotá.
Se dice que Carlos Alberto Leyva,
quien para la época era gerente
del Teleférico de Monserrate, logró
convencer a los ingenieros de la
obra, de que le regalaran la casa y en
contraprestación, él se encargaría
de devolverles el lote en perfecto
estado para comenzar la nueva
construcción. Como podemos
darnos cuenta, aceptaron la
propuesta y la casa nuevamente se
fue pieza por pieza hasta Monserrate,
donde ahora reposa como un
restaurante italiano; esperando con
la paciencia que tienen las casas, la
llegada de su próximo viaje.
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